El Perfume

Hablar del perfume es difícil sin pasar los límites de la propia esencia. En una famosa novela de Patrick Süskind uno de sus personajes lo describe con estas palabras:
"Es como un rasgueo solitario de violín, una evocación de los recuerdos más sublimes de una vida. En el perfume hay una fuerza de persuasión, el destello de las miradas, los sentimientos y la voluntad.

La fuerza de persuasión del perfume no se puede contrarrestar, nos invade como el aire invade nuestros pulmones, nos llena, nos satura, no existe ningún remedio contra ella". - Continúa diciendo: "Este perfume no se parece a ningún otro perfume conocido. No era una fragancia que emanaba buen olor, no era una pastilla perfumada, no era un artículo de tocador.
Se trataba de algo totalmente nuevo, capaz de crear todo un mundo, un mundo rico y mágico que hacía olvidar de golpe todas las cosas repugnantes del propio entorno y comunica un sentimiento de riqueza, de bienestar, de libertad......"
Efectivamente un perfume jamás debe asemejarse a otro, hemos de conseguir que sea único y fascinante, algo que nos transporte a mundos recónditos para experimentar esa sensación maravillosa que invade los sentidos. Cuando un aroma conmueve hasta este punto podemos afirmar que estamos ante un perfume especial.

Tanto los aromas como la música son dos conceptos difíciles de definir que nos arrastran a dimensiones diferentes. Mientras olemos una fragancia o degustamos las notas de una partitura, podemos cerrar los ojos y soñar con todo aquello que nuestra imaginación permita. Un olor determinado, una música concreta, pueden devolvernos la infancia perdida y hasta los recuerdos más profundos que duermen en oscuros pozos de la memoria. Este cúmulo de emociones el hombre las plasma de diversas maneras, siendo numerosos los poetas y escritores que lo mencionan en sus obras universales por ser fuente continua de inspiración. A continuación paso a transcribir el párrafo donde Shaspekeare narra cómo olía la embarcación egipcia de Cleopatra en su famosa obra Marco Antonio y Cleopatra:


"De la embarcación se escapa invisible un perfume extraordinario que embriaga los sentidos del malecón adyacente".

Las fragancias no sólo han sido disfrutadas por los mortales, sino que los dioses también veían en ellas una sustancia propia para enamorar y deleitarse.

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